de llovizna leve, de lagrimas dormidas.
Mi paso corto y presuroso de ausencias
pesado, mojado, y ya cansado
me sienta en un Bar,
donde habiamos estampado
nuestros nombres
con los besos ante las multitudes
que nos miraban.
que no veian.
Recuerdo la camarera..
que nos hablaba
nos preguntaba
y se sirvio ella misma
de nuestra humedad
en el vidrio empañado,
donde aun se leian nuestros nombres
y aquel cupido
que los cruzaba.
Aprieto los puños,
como en un parto, de adioses nonacidos
como una huida, como una sombra.
Mi cuerpo me abandona
porque tu ausencia, me desmorona
me desnace, me lleva al utero de los principios
desconocidos
ambiguedades
mi cuerpo se siente, como pajaro perdido
sin alimento
sin alas ni rutas para el despegue
sea con luces, no enceguecidos.
La ciudad me descamina
me desprotege
y me asesina!
porque deje marcharte!
no te detuve!
no llore mil lagrimas!
Esta ciudad, que fue nuestra
ya no me alberga
me desespera!
Por esa cobardia de no gritarte
que te quedaras
que esta es tu casa!
Mis ojos enrojecidos,
de tanto llanto empapado
de gris nostalgias
ni se animan a mirar por la ventana
humeda y ennegrecida
de los adioses
desesperanzas.
El camarero me mira
y no me habla
como en esta ciudad
que estoy maldita
por ser cobarde
por no abrazarte
por no gritar
que te amo
como
jamas......
ame
a
nadie
Mairim Aiburrasac
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