
La ultima de las cosas parecia encender la llama extraña, apagada, que renacia de a poco. Los bocinazos nerviosos, el agitado traca-traca-traca del metro, el espeluznante verde de la naturaleza fingida, marcaban ese panorama agobiador del hombre plastico. Con movimiento pudoroso rebatio, la cabeza sobre su eje, y con un ademan su olfato degusto el oloroso, sabor de la transpiracion y de nuevo el viaje. Su intimidad desacostumbrada a la clorofila, al sol en el poniente, observado y porque no a la intimidad entre la tierra y el cielo le pintaba el nuevo escenario. La pugna entre el ser o no ser, lo tomaba en el teatro de operaciones con una actitud, de complicidad para el SER.De nada hablaba, nada le importaba y recorria a cada instante, sus oidos, escuchando la voz de quien lo llamaba desde la ciudad con su nombre. Rosario......Miri. Para comerte mejor.
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